¿Eres realmente libre? ¿Piensas lo que quieres?

Sólo necesitas cerrar los ojos unos minutos. Cerrar los ojos, para ser capaz de llevar la atención hacia adentro y ser consciente de la actividad mental que está teniendo lugar en tu cabeza por un instante.

Te invito a que te acerques a ello con curiosidad y que no te tomes nada de forma personal. Que asumas la posición de un observador imparcial que sencillamente constata lo que está ocurriendo en este momento.

Esto de sentarse con uno mismo, sin hacer nada, puede resultar como poco una experiencia sorprendente. Lo primero que vas a constatar, en esta breve práctica, es que no puedes parar de pensar.De ahí mi pregunta¿ eres realmente libre?¿piensas lo que quieres?

Tal vez, a la primera conclusión a las que has llegado es que te encuentras especialmente inquieto por ese constante vagar de tu mente. Sin embargo, hay que aceptar que esto es así y que, igual que el cuerpo produce enzimas, la mente produce pensamientos.

¡Sabías que, a lo largo del día, una persona adulta puede tener alrededor de 60.000 a 70.000 pensamientos! Cifra importante, sin duda. De ahí, mi instrucción de no tomarte nada de forma personal.

Probablemente tus pensamientos nada tenían que ver con el momento presente y se referían más bien a recuerdos o planes de futuro. Sencillamente, acabas de darte cuenta de la constante tendencia de la mente a la rumia, al pensamiento sin control.

Pero un momento…. el caso es que todos tenemos la sensación de que podemos dirigir nuestra atención a la consideración de algo, si esta es nuestra voluntad. Realmente podríamos volver a cerrar los ojos y elegir un tema concreto sobre el que pensar, quizás algo que tenga que ver con nuestra problemática personal o bien un tema candente de actualidad. Te invito a que lo intentes por unos minutos más.

Y aquí también llego la sorpresa pues pasado poco tiempo vas a poder comprobar como impera más bien una atención fragmentada con escasa concentración. Tienes una capacidad limitada de orientación voluntaria de tu pensamiento.

Y eso no es todo. ¿De dónde vienen los pensamientos? ¿Cuántos de los pensamientos que has tenido han sido creados por ti? ¿Cuántos fueron realmente elegidos? Si prestas atención podría parecer que más bien somos pensados y no tan libres como nos gustaría creer.

En muchísimas ocasiones el pensamiento se convierte en una inercia mecánica y turbulenta que nos desconecta de la realidad y nos predispone a estados de ansiedad, preocupación, miedo.

Sabiendo esto, deberíamos cuidar más que pensamos, de ahí la abundante literatura acerca del pensamiento positivo y su efecto en la salud mental y física. Sin embargo, resulta francamente difícil conseguir esto pues como hemos comprobado te falta atención.

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Para empezar, tendrías que ser consciente de lo que piensas y esto no es tan evidente como parece. Tenemos patrones mentales repetitivos, a veces muy negativos, de los que no nos damos cuenta.

Es importante saber «que te estás contando» para poder cambiarlo. Para ello parte de tu atención debe quedar dentro de ti, de forma que no estés totalmente enfocado en el exterior. Esto requiere de una observación constante por tu parte, pues nada inconsciente puede ser transformado.

Sólo en la medida en que vemos nuestros automatismos podemos ser libres de elegir una mejor opción a la hora de pensar y de actuar. Por eso se habla de la meditación como una potente herramienta de evolución personal.

Por otro lado, tienes que aprender a relacionarte con tus pensamientos de otra manera, de forma que puedas llegar a experimentar, que esa actividad mental, que esa voz que hay en tu cabeza no es una realidad a tomarse
“a pies juntillas” . No es lo mismo, saber que estás teniendo un pensamiento ansioso y tomar ese pensamiento como un evento temporal de la mente, que dejarse enredar por él y llenarte de aprensión.

Y es aquí donde aparece la auténtica libertad, el juego no está en eliminar pensamientos, en suprimir los negativos y fomentar los que tú juzgas positivos. La auténtica libertad estriba en saberte relacionar con ellos, de forma que no condicionen tanto tu estado de ánimo ni mermen tu autoestima. Esta es la propuesta de Mindfulness.